Como es ya tradición cada Domingo de Resurrección, más de medio centenar de cofrades pertenecientes a la Venerable y Muy Piadosa Cofradía de la Soledad de Nuestra Señora y del Cristo de la Paz se dieron cita en la sede social de la Casa regional de Ceuta en Melilla para celebrar una comida de hermandad. El evento, cargado de simbolismo y fraternidad, sirvió este año para conmemorar una efeméride muy especial: el 75 aniversario de la creación de esta histórica hermandad.
El presidente de la Casa regional de Ceuta en Melilla, Ramón de la Cruz, recibió al Hermano Mayor, Javier Calderón, y a miembros de su Junta de Gobierno con un cálido saludo y palabras de reconocimiento. Durante su intervención, De la Cruz felicitó a todos los presentes por la Pascua de Resurrección y agradeció a la Cofradía que, un año más, escogieran esta sede como punto de encuentro para tan señalado día. “Es un orgullo que nuestra Casa acoja actos de tan honda raíz religiosa y cultural, que refuerzan los lazos entre Ceuta y Melilla”, expresó.
Como gesto conmemorativo, la Casa regional quiso rendir homenaje a la Cofradía por su 75 aniversario con la entrega de una placa con una emotiva dedicatoria, acompañada de una imagen de Nuestra Señora de África, Patrona de Ceuta. El obsequio fue recibido entre aplausos y vítores a Ceuta, y está previsto que se exhiba de forma permanente en la Casa Hermandad de la Cofradía melillense.
El ambiente de celebración continuó con una sorpresa que arrancó sonrisas entre los asistentes: una gran tarta decorada con el logotipo conmemorativo del aniversario, una creación del artista José Pedro Cobrero. La imagen, cargada de simbolismo, representa a la Santísima Madre en actitud de consuelo, con las manos extendidas como símbolo de compañía, mientras un corazón atravesado por un puñal —emblema distintivo de la Hermandad— refleja el dolor profundo de una madre. Las velas con el número setenta y cinco fueron sopladas por representantes de la Junta de Gobierno, cofrades y el propio presidente de la institución ceutí.
El acto continuó con la intervención del Hermano Mayor, quien dedicó palabras de gratitud a la Casa regional por su constante apoyo y afecto. En un emotivo gesto, Javier Calderón impuso a Ramón de la Cruz el corazón de la Virgen de la Soledad, insignia que simboliza el amor ardiente de María, traspasado por las siete espadas de su dolor, en alusión a la advocación mariana que remite a la soledad de la Virgen tras la muerte de Cristo.
